Alguna vez leí de algún poeta: «Escribe de lo que sepas y no dejes de hacerlo». Así fue como comencé a escribir, con frases de pocas palabras que surgían en momentos inesperados. Aquellas oraciones después se convirtieron en párrafos y ahora son un libro escrito por una mujer que sólo sabe lo que siente y que sólo se atrevió a escribir de lo que sabe. No creas todo lo que lees.

 

Recuerda que en donde hay palabras hay verdad, pero también hay ausencia de la misma. No creas todo, pero tampoco permanezcas sin creer nada. Lee y lee mucho, pero no permitas que lo que leas te impida ver el mundo también a tu manera. Sabemos qué queremos de la vida, pero ¿qué quiere la vida de nosotros? Yo no escribo, la vida escribe conmigo. Y yo con ella. Lo único que deseo es escribir y que aparezcan las palabras correctas.

 

No aspiro a que mis textos rocen la perfección, mientras se sientan escritos con la pureza de la honestidad me quedo satisfecha. Hay que cuidar mucho nuestras palabras, porque cada palabra tiene la capacidad de anular o enaltecer todas las anteriores. Si tus palabras no reflejan con exactitud tu sentir, es probable que aún no sea el momento de expresarlas. Las personas nos acompañamos a través de la palabra, así ha sido desde el inicio de los tiempos. Sin importar en qué rincón del mundo estemos, las palabras son capaces de unirnos. Gracias, vida, por darnos la palabra. Gracias por escribir a través de nosotros.